8 – 12 de febrero
Nos vamos 5 días de crucero de lujo. Con todo incluido, pero sin piscina ☹
Y os preguntareis por qué nos vamos de crucero por aguas tan fresquitas. Lo mejor será explicarlo desde el principio. El sur de Chile está lleno de islas y fiordos vírgenes, un poco como Noruega, solo que a lo bestia. El problema es que no hay servicio de barcos que te lleven por algún fiordo en salidas de un día (como sí es el caso en Noruega). De hecho, casi no hay barcos que te lleven por los fiordos chilenos.
Hay un ferry con camarotes que une Puerto Montt con Puerto Natales en 3 días de navegación (1100 km de recorrido, precios desde 250 a 850 € dependiendo del camarote, comida no incluida), pasando por fiordos del oeste de Chile para evitar el mar abierto. Parece que el viaje es muy bonito, pero tiene algunos inconvenientes para nosotros.

Primero, es un ferry de transporte, sin comodidades, cuyo objetivo es llegar rápido a destino sin pasar por mar abierto. Durante el día se pueden contemplar los fiordos por los que se pasa.
Segundo, siempre está lleno y los autóctonos tienen prioridad para conseguir pasaje. Hay que reservar con meses de antelación.
Tercero, en nuestro caso tendríamos que tomar un avión para volver al punto de partida a recoger el coche.
Si os preguntáis por qué los chilenos toman el ferry en lugar de ir en coche, es muy sencillo. La distancia por carretera es el doble (2200 km) y hay que atravesar Argentina (dos pasos de frontera). Se tarda menos en ferry.
La otra opción que encontramos fue Australis, una empresa chilena que ofrece cruceros de lujo por los fiordos de Tierra del Fuego en dos opciones parecidas, una partiendo de Punta Arenas y llegada a Ushuaia y la otra de Ushuaia a Punta Arenas. Nosotros nos decidimos por la segunda. La ruta está indicada en la foto de cabecera.
Ha sido una experiencia sensacional, aunque hay que reconocer que hemos tenido mucha suerte con el tiempo. Hay siete salidas programadas que se pueden realizar o no, dependiendo del tiempo. Las hemos hecho todas. Y todas se realizan en botes de goma al estilo infantería de marina. El que no se ha traído ropa y calzado impermeable termina mojado por todos lados.


Hemos navegado por el Cabo de Hornos, el Canal Beagle y el Estrecho de Magallanes, visitado islas desiertas y glaciares a nivel del mar. El tiempo libre que me dejaba la preparación de las salidas, las salidas mismas y las comidas, me lo pasaba en cubierta haciendo guardia (junto a un pequeño número de aguerridos pasajeros) a la búsqueda de cualquier bicho viviente que se moviera cerca del barco y a la observación del paisaje.

Nos lo hemos pasado muy bien, la comida era excelente y hemos conocido a personas interesantes, como la pareja argentina Sonia y Alex, las chilenas Olga (la médica de a bordo de incognito, el pasaje desconocía que había un médico de la naviera a bordo) y su hija Cristina (una joven geóloga que nos amenizó algunas salidas con sus explicaciones técnicas) con los que hemos compartido las salidas en el pequeño grupo “español” y a la pareja germano-belga Helena y Frank, con la que hemos compartido mesa y “guardias” en cubierta.

Hemos conseguido ver muchos pájaros, como el petrel gigante, diversas especies de gaviota y cormoranes, lobos marinos, delfines y hasta una pareja de ballenas rorcuales comunes (aunque de lejos). Pero he pasado frío para conseguir ver a algunos de ellos. No siempre lucía el sol, el viento hacía bajar la sensación térmica en muchos grados y las mañanas y atardeceres eran fresquitos.


En la tarde del cuarto día, cuando ya abandonábamos el fiordo Agostini, las cumbres de las montañas se despejaron de nubes y el sol iluminó el fiordo. En ese momento, el capitán ordenó dar media vuelta y el barco se dirigió de nuevo hacia el fondo del fiordo para que os pasajeros pudiéramos apreciarlo en toda su belleza. ¡Qué espectáculo! Que se vea toda la cadena montañosa a la vez y al mismo tiempo iluminada por el sol es un evento tan raro, que hasta parte de la tripulación subió a cubierta para tomar fotos. Gracias Capitán.
