27 – 29 de octubre
Dejamos La Rioja y entramos en Catamarca. Nos dirigimos a Londres, para visitar el Shincal de Quimivil, una construcción inca del 1471 para controlar la región recién conquistada y habitada por diaguitas. La visita es interesante, se aprende un poco sobre la historia precolombina, las diferentes civilizaciones que habitaron el lugar y su evolución.


Sin embargo, hay un sesgo en la forma que cuentan la invasión inca de la zona y su comparación con la invasión española un siglo después. Presentan una integración amistosa entre los diaguitas y los incas. Los incas eran una civilización militarizada, que exigía un tercio de la producción como tributo a Cuzco, que impuso su lengua (el quechua) y sus creencias religiosas. De hecho, en esos 100 años, la lengua original de los diaguitas, el kakán, desapareció casi por completo. Hay una especie de discurso indigenista para presentarlos a todos ellos como buenos chicos. A mí me molesta cuando me quieren contar milongas.

En Londres fuimos a comer a un restaurante sencillo del pueblo y nos sorprendió. Comida casera pero bien cocinada y económica. Marita pidió un jigote, un plato típico de la zona y de tradición indígena, que se podría describir, de una forma basta, como una lasaña de pan con patatas, queso de cabra, carne y otros aderezos. Riquísimo. Cuando le dijimos a la dueña que nos había gustado mucho, nos dijo toda orgullosa que lo había preparado ella. Encantadora.
Por estos lares no se toman muy en serio las normas de circulación. Es muy raro ver a alguien en moto con casco incluso fuera de las zonas urbanas. El ciclomotor parece ser el vehículo barato y práctico para el transporte de personas. Además, casi no llueve.

Dormimos en Belén, un pueblo más grande que Londres y a sólo cinco km de éste. Desde aquí tomamos ruta hacia el este, hacia la Yunga o zona verde subtropical, para visitar el PN Aconquija, a apenas 180 km de distancia, ya en la provincia de Tucumán. Pero antes tenemos que superar la cuesta de Chilca y la del Clavillo.


He subestimado el carácter montañoso de toda esta zona. Y vamos a sufrir. Al final, con mucho retraso, llegamos al parque. Nos da tiempo de hablar con el guardaparques, que nos comenta que el sector del parque (Portal Santa Rosa) que queríamos visitar al día siguiente no estaba accesible por las lluvias de los días anteriores, que habían hecho crecer el río y no permitían el paso de los vehículos y, que la caminata en el tercer sector (Portal Yacuchina) para ver los campos de azucenas no vale ya la pena (hay que ir con guía) porque después de las lluvias, la mayoría de las azucenas ya han perdido los pétalos. Vaya desilusión, tanto sufrimiento por las cuestas para encontrarse este panorama. Bueno, al menos hacemos una breve caminata por el primer sector del parque donde nos encontramos (Portal Cochuna). ¡Y encontramos una azucena!


Pernoctamos en Monteros, a apenas 324 m.s.n.m. Decidimos acortar nuestra estancia en la zona y partir hacia el norte. No tenemos muchas opciones, tomamos la ruta panorámica 307 hacia Tafí del Valle, a 2000 m de altitud. Habíamos pensado en pasar dos noches en ella para visitar el campo de azucenas y el sitio histórico en Quilmes, pero dada la orografía, pasaremos de largo he iremos directamente a Cafayate. Desde Tafí de Valle se sigue subiendo por el Infiernillo hasta los 3000 metros.


En este trozo fuimos compartiendo las paradas con un autobús lleno de adolescentes también con problemas de refrigeración. El Infiernillo es interesante porque desde su punto más elevado se ven los dos tipos de climas de la zona.

Si se mira hacia el oeste, se ve la zona semiárida y si se mira hacia el este, se ven las praderas, bosques y selvas cubiertas por abundantes nubes. Un contraste brutal. Siguiendo por la 307 y a 12 km del Mirador de Infiernillo, se encuentra el Parador los Cardones.

Parada obligatoria (nos paramos de casualidad) por dos motivos; el primero sus empanadas y el segundo su dueña, Eneria Olga Ayala, profesora jubilada, miembro de la comunidad diagita de la zona y autora de un libro sobre su comunidad. Eneria porque nació en enero. Si te interesa, te cuenta la historia de su pueblo mientras esperas a las empanadas. Uno de los puntos que más resaltó fue la concesión, en 1715 por parte de la Corona Española, del título de propiedad sobre un terreno de 120 mil hectáreas localizado en los asentamientos diaguitas antes de la conquista española. De hecho, se trató de una restitución de los terrenos a sus antiguos habitantes. La comunidad todavía conserva ese documento y con él, consiguieron que la República Argentina les reconociera la posesión de 70 mil hectáreas (les ningunearon 50 mil hectáreas) de esos terrenos. Ella está agradecida a los “españoles” (en representación actual de las autoridades de la época, supongo) y no está demasiado contenta con el Gobierno Argentino. Aparentemente, la Corona Española restituyó también terrenos a otras comunidades, pero éstas perdieron los títulos de propiedad y el Gobierno Argentino no reconoció los derechos de sus habitantes.

El Parador está en estos terrenos. El kakán, nos dice, se ha perdido, sólo quedan toponímicos y algún nombre. Se sabe que era muy gutural, pero poco más. El quechua, sin embargo, perdura. Eneria también nos contó que se va a presentar a Caudilla el año que viene, ya que dice que el actual Caudillo no mira por los intereses de la Comunidad. Una mujer lúcida y con buenas ideas. Le deseamos toda la suerte del mundo y le agradecemos la charla que compartimos.

Ese mismo día, visitamos la ciudadela de Quilmes. Esta es una reconstrucción parcial de la ciudadela que los Quilmes fundaron en el siglo XV en este lugar. Este pueblo provenía del norte y parece estar emparentado con los diaguitas. Lo que está claro es que eran muy bravos y que lucharon contra la invasión inca y más tarde contra la española.

Los españoles destruyeron la ciudadela en 1667 y exiliaron a los 2000 supervivientes a una reducción al sur de Buenos Aires. Sobre esta reducción, se fundó la ciudad de Quilmes (1812), famosa en Argentina por su cerveza.

Desde los promontorios de la ciudadela se puede entender como fueron capaces de resistir los ataques de los invasores. Nos gustó bastante la visita. Lo que no nos gustó tanto fue un patético video sobre su destrucción.
