Parque Nacional Torres del Paine

25 – 31 de enero

5:45 de la mañana. Desayunamos, dejamos gran parte del equipaje en la habitación (nos lo guardan hasta la vuelta) y nos vamos al Parque, 115 km al norte.

Nuestro plan para los próximos 7 días es realizar un circuito “corto” de casi 90 km y unos 4000 metros (calculo yo a ojo de buen cubero) de desnivel acumulado. La llaman la Ruta W por la forma (marcada en azul en la foto). Se puede hacer entre tres y cinco días, pero nosotros hemos añadido dos días más para tener algún periodo de recuperación. Así sobre el papel me da la impresión de que nos vamos a aburrir con tanto descanso. He reservado pernoctaciones (2 noches en litera en habitaciones compartidas con ropa de cama incluida y 4 noches en tiendas V.I.P. con colchonetas y sacos de dormir) para no tener que llevar el peso adicional. Sin embargo, sólo he conseguido reservar la comida para 3 días, por lo que tenemos que llevar vajilla, hornillo y comida para tres días. Peso adicional: 10 kg.

Tienda V.I.P.

Repartimos el peso equitativamente, Marita lleva una mochila normalita y yo un mochilón. Me quejo de vicio, porque la mochila pesa menos de 20 kg, pero yo la siento como si llevara un elefante a la espalda.

El burro de carga
En este caluroso día de verano, tardamos 4 horas y media en llegar al refugio Grey.

Creo que todavía no he mencionado al viento en este diario de viaje. Su presencia se ha ido haciendo más notoria a medida que descendíamos hacia el sur. Por estos lares ya tiene casi categoría de huracán, lo que plantea varios problemas.

Por ejemplo, a la hora de orinar por el camino. En el Pirineo, te pones de espalda al viento y listo. Aquí el truco no me ha funcionado. El viento sopla con tanta fuerza que forma turbulencias por delante, las cuales distribuyen aleatoriamente la orina por pantalones y chaqueta. Lección aprendida.

O cuando llueve y hay viento en contra (primer día de ascensión). El agua se clava en la cara como si fueran agujas.

O cuando caminas por un sendero de 50 cm de ancho al lado de un terraplén y fuertes ráfagas te hacen perder el equilibrio.

O que pases de tener calor con una capa de ropa a pasar frío con 4 capas en el mismo día.

Aparcamos a la entrada del Parque. Parece que no es lo usual, porque un guardaparques me hizo firmar en el libro de registro que yo me responsabilizaba de cualquier daño que el coche pudiera sufrir a causa del viento. Ante mi extrañeza, me enseñó fotos de 15 días antes donde se veía un coche aparcado donde yo acababa de dejar el mío con las ventanillas del lado derecho destrozadas. Empezamos bien, pero aparcar donde todo el mundo, a 7 km de distancia, significaba que tal vez no conseguiríamos llegar a tiempo para la conexión por catamarán a nuestro punto de partida. Durante los siguientes días, cada vez que el viento soplaba como un diablo, pensábamos en nuestro coche.

El Glaciar Grey. La poca ropa es fruto de una subida, solo, a toda leche. Os aseguro que hacía un frío del carajo.

A pesar de estos pequeños inconvenientes, hemos pasado unos días intensos, disfrutando de vistas preciosas y con tiempo bastante bueno, excepto el primer día. Sólo ha faltado haber visto amanecer a los pies de las Torres, pero Marita dijo que levantarse a las dos de la mañana y la correspondiente caminata de 2-3 horas en la obscuridad era incompatible con el horario del desayuno 😊 Una pena por las fotos.

Lss Torres vistas desde la base a las 10 de la mañana

La verdad es que ha sido una decisión acertada alargar la caminata a estos 7 días. Hemos acabado extenuados en los hombros y las piernas, sobre todo las rodillas, por no mencionar los pies. Yo, el segundo día todavía me agachaba con el mochilón a cuestas para hacer fotos. El cuarto día ya no podía agacharme con él y el séptimo ya no me podía agachar sin nada a la espalda. La ruta es bastante más dura de lo que esperábamos, con muy pocos tramos llanos, senderos muy pedregosos y subidas y bajadas empinadas.

Los senderos eran facilitos
Los puentes colgantes con viento son alucinantes (hay varios)

La mayoría de gente que hace esta ruta son jóvenes y por lo que hemos observado, no pocos de ellos la han subestimado. Las personas de nuestra edad que hemos encontrado por el camino o tenían experiencia en senderismo (como un grupo de 7 catalanes con camisetas alusivas a un club de senderismo) o se habían preparado los meses anteriores. Estamos contentos de haber conseguido nuestro objetivo. Ahora toca recuperarse.

Vista parcial desde el Mirador Británico

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