6 de enero
Nos alojamos en un hotel (del Prado) bien comunicado y cerca del centro de Buenos Aires. La encargada es muy amable y el precio imbatible. Hasta aquí lo positivo. Como no tiene ascensor y yo no estaba para subir 80 kilos al segundo piso, nos hemos quedado en la planta baja. Como la ventana no cierra herméticamente, la habitación es bastante ruidosa. Y según Marita, la cama es pequeña. Os dejo las fotos para que os hagáis una idea.


El coche llegará con retraso (el 10 en vez del 2 como estaba previsto). Decidimos aprovechar el tiempo e irnos primero a Iguazú. En una agencia de viajes conseguimos vuelo para el 7 al mediodía y vuelta el 10 por la noche. Pero no nos encuentra habitaciones libres en el lado argentino y su tarifa del hotel del lado brasileiro es demasiado cara. Nada que no pueda solucionar booking.com y trip.com.
Nos vamos a pasear por el barrio de la Recoleta. Al final de la tarde nos tomamos una Patagonia Ambar lager (está muy rica) en la terraza de una cervecería. Y aprendemos la primera lección de Buenos Aires: no dejes nada sobre la mesa. Un chiquillo nos “quiso vender” unos trapos de cocina con tanta habilidad que nos birló el móvil con la SIM argentina. Claro, nos dimos cuenta cuando ya estábamos de vuelta en el hotel. ¡Ala, a chupar de WiFi!