23 de marzo – 4 de abril
Nos queda una semana antes de volver a Buenos Aires. Y tenemos un problema. La duración del permiso de estancia del coche. En Tierra del Fuego y el sur de la Patagonia, cada vez que cruzábamos la frontera hacia Argentina, los aduaneros nos daban 8 meses de estancia para el vehículo (sin preguntar por ello). Pero las dos últimas veces que hemos cruzado la frontera, los aduaneros nos han concedido sólo tres meses. Así que vamos a cruzar otra vez a Chile. Dejamos Bariloche para más tarde y subimos por la RN 40 bordeando todo el Lago Nahuel Huapi hasta su parte norte, donde tomamos la 231 hacia el Paso Cardenal. 450 km y 6 horas y 30 minutos después, llegamos a Neltume, en el PN Huilo-Huilo, muy cerca del volcán Mocho Choshuenco, donde haremos noche.

Y justo un kilómetro antes de llegar al alojamiento, nos encontramos con la carretera bloqueada. Unos vecinos protestando por unos problemas con sus viviendas que los políticos locales prometieron resolver un par de años atrás y todavía no se habían solucionado. Según nos contaron, el bloqueo de carreteras es una herramienta de protesta muy común en el ultraliberal Chile. Y en vez de cortarlas allí donde le puede doler al político de turno, las bloquean delante de casa fastidiando a sus vecinos.

Nosotros, que no somos muy partidarios de este tipo de acciones, conseguimos saltarnos el bloqueo, a las dos horas, gracias a las gestiones de Marita con algunos de los responsables del bloqueo y a la ayuda de la policía. A la mañana siguiente queríamos visitar dos lugares del PN Huilo-Huilo. Para ello teníamos que cruzar de nuevo el bloqueo, con el riesgo de no poder pasar a la vuelta y perder el ferry de conexión hacia Argentina. Así que decidimos ir a pie hasta el primer lugar, a unos tres kilómetros de distancia.

Después de la visita, un transportista nos llevó hasta el segundo lugar, a unos 7 km de distancia del primer lugar. Una vez finalizada la segunda visita, había que volver. Y tuvimos suerte. Conseguimos convencer a un grupo de turistas que viajaban en un minibús para que nos llevaran hasta el pueblo. No sabían nada del bloqueo, así que allí fuimos (que conste que les advertimos de la situación). Al llegar a la cola del bloqueo, les pedimos que nos dejaran salir y pasamos el bloqueo caminando sin ningún problema. Cogimos el coche y nos dirigimos hacia Argentina.

Para llegar al Paso Hua-hum hay que tomar un ferry, que recorre el lago Pirihueico de punta a punta (creo que son más de 20 km). El trayecto es precioso. Pero al pasar la frontera, la desilusión. El permiso es por tan solo tres meses. Pernoctamos en San Martín de los Andes, una bonita población.

Discutimos la situación y decidimos probarlo una vez más. Así que nos dirigimos hacia el Paso Tromen, pasando por Junín de los Andes, el PN Lanín (con el volcán del mismo nombre) y ya en Chile, por el PN Villarrica con los volcanes Villarrica y Quetrupillán. El paisaje es precioso. En el PN Lanín pasamos por un bosque de araucarias, un fósil viviente que todavía medra por estos lares. Sus frutos, que parecen piñones del tamaño de un pulgar, sólo pueden ser recolectados en Argentina por individuos del pueblo Mapuche, ya que forma parte de su dieta básica y está considerado como un regalo de sus dioses.



Al día siguiente regresamos por el mismo Paso Tromen, pero esta vez le pido a la aduanera que nos conceda los ocho meses de estancia. Después de requerirme una explicación a mi petición, acepta y por fin conseguimos el permiso de larga duración. Ahora a disfrutar de los días que nos quedan.
Retomamos la ruta hacia el sur para recorrer la Ruta de los Siete Lagos, que parte de San Martín de los Andes y acaba en Villa La Angostura. Preciosa carretera que se tarda en recorrer por los muchos miradores que se reparten por su recorrido.


Villa La Angostura está situada a orillas del lago Nauel Huapi, en la parte norte del lago. Tiene una península, llamada de Quetrihué, que alberga el PN de los Arrayanes. El Arrayán es un árbol endémico de esta zona húmeda. Su corteza es extremadamente fina, lo que le da un color canela a su tronco y ramas y hace que su temperatura superficial sea muy baja. Cuando lo tocas con la mano, se nota frío. Es un parque nacional pequeño, pero muy interesante.

Y por fin llegamos a nuestra última parada en los Andes, la famosa San Carlos de Bariloche, también conocida como la Suiza Argentina.

Es una ciudad muy turística, tanto en invierno con sus pistas de esquí (una de las más extensas de Sudamérica), como en verano, con su enorme lago Nauel Huapi y sus ofertas de senderismo y otros deportes. También es la meca del chocolate (en la calle principal hay decenas de tiendas enormes de chocolate) y de las tiendas de lujo.

En Bariloche siempre hay bullicio. Nosotros estuvimos a finales de marzo (nuestro septiembre) y seguía llena de gente. Y no sólo es Bariloche, sino toda la región a los pies sur del lago, con sus hoteles y mansiones de lujo, sus embarcaderos, sus islas y colinas. Hay que reconocer que es precioso, pero para nosotros, que veníamos de disfrutar de la soledad de la Patagonia, había demasiado jaleo.




El primero de abril dejamos Bariloche y nos fuimos hacia Neuquén, siguiendo las huellas de los dinosauros. Desafortunadamente, los museos que queríamos visitar están en la provincia de Neuquén y no en la ciudad del mismo nombre. Un error interpretando las direcciones en la guía turística que llevábamos. Comprensible si se lee “Plaza Huemul, Neuquén”; uno piensa en una plaza en la ciudad y no en una población “Plaza Huemul” en la provincia de Neuquén. Vaya chasco que nos llevamos.
El 3 de abril llegamos a Buenos Aires y visité el futuro hotel del Mercedes. Quedé encantado con el propietario y se me quitó un peso de encima. El 4 le llevé el coche al mediodía y por la noche nos fuimos a cenar con Alex y Sonia a un buen restaurante. Y el 5, nos volvimos a Barcelona.