16 – 17 de enero
Hacemos noche en Viedma, ciudad a la orilla del río Negro y cerca de la costa. El apartamento donde pernoctamos no es ninguna maravilla, aunque lo peor fue subir las maletas a 23 kilos por la escalera.

El paseo por la orilla del río es agradable, aunque se echan en falta los bares y las cafeterías. Esto es una constante en las ciudades medianas y pequeñas que vamos visitando. Encontrar un sitio para tomar algo y disfrutar de la vista o del pasar de la gente es muy, muy difícil.
Por la mañana llegamos a la costa. Lo primero que enontramos es un „monumento“ en recuerdo de la guerra de las Malvinas. Durante nuestro viaje encontraremos muchos más.

Un magnífico acantilado nos deleita la vista, con miles de papagayos volando por encima de nuestras cabezas.

Pocos kilómetros más al sur visitamos nuestra primera “Lobería”, lugares protegidos donde reposan lobos y algunos elefantes marinos. Verlos así en vivo y sin estar encerrados en un zoológico es toda una experiencia.
Seguimos por la carretera de la costa (de grava, claro) durante más de 100 Km, descendiendo de vez en cuando a playas totalmente vacías que, de ciento a viento, se forman a los pies de los acantilados. Después de muchos kilómetros, llegamos a Puerto Madryn.
