19 – 20 de enero
Dejamos Puerto Madryn, siempre hacia el sur. Vamos por la carretera de la costa, de grava, claro. Hacemos cientos de kilómetros por grava. Visitamos mas pingüineras y decidimos pernoctar en Cabo Raso.
Cabo Raso es un antiguo puerto ahora abandonado y derruído, donde no queda nada excepto un bunker del ejército argentino (construido en los años 80 y actualmente en desuso) y una familia joven que alquila habitaciones y terreno para acampar. No hay cobertura telefónica, no hay WiFi ni 220 V, sólo 12 V. Para tener agua caliente hay que pedirla con antelación. Media hora antes de su uso, se calienta el depósito de agua con leña.

La población más cercana está a 80 km de distancia por una carretera de grava. El precio de la habitación y media pensión es de hotel de lujo, pero compensa por la tranquilidad, soledad y belleza del lugar. Además, la comida estuvo muy bien.

Por la mañana nos dirigimos a una playa donde nos dicen que hay lobos y elefantes marinos. 4 km por una pista dificililla, mas 4 km a pie. Al final los vemos, más de mil lobos y elefantes marinos reposando en la playa. No hay nadie más que ellos y nosotros, a veces sólo nos separan 10 metros de los animales, aunque mantenemos las distancias para no perturbarlos demasiado. Es una experiencia única poder observarlos en libertad tan cerca y sin nadie más.

Seguimos hacia el sur por carreteras de grava. Comienza a hacer fresco por las tardes.