9 – 13 de marzo
El tiempo sigue inestable en los Andes, por lo que decidimos postponer nuestra entrada a Chile y hacer algo que dejamos pendiente al principio del viaje: visitar Puerto Deseado.
Argentina es estrecha en el sur, son apenas 450 km desde la ciudad de Perito Moreno (en los Andes) hasta Puerto Deseado, en la costa atlántica, por carreteras comarcales (estrechas, sin arcén o con arcén de grava) asfaltadas y con muy poco tráfico. Llegamos por la tarde y organizamos las salidas en barco por la ría para los dos días siguientes. Nuestro objetivo: el pingüino de penacho amarillo y los cormoranes.


Las dos salidas han valido la pena. Hemos visto varias especies por primera vez y otras con más detalle. No nos esperábamos tal riqueza faunística. Ha sido emocionante en algunos momentos, como cuando cientos de leones marinos de dos pelos se han echado al mar a saltar a nuestro alrededor o, cuando las toninas nos han acompañado durante un tramo de nuestro regreso a puerto.
El último día lo dedicamos a explorar una parte de la ría. Esta se adentra más de 40 km en el continente, vestigio de un potente río que las morrenas de los glaciares bloquearon miles de años atrás.




Lo que fue difícil de encontrar fue un café para desayunar. A pesar de su riqueza faunística, Puerto Deseado no es un lugar turístico. Ya hemos aprendido que los argentinos, al menos en las localidades pequeñas que hemos visitado, no frecuentan tales establecimientos por las mañanas. Dejamos Puerto Deseado haciendo el camino de vuelta hacia los Andes. Por cierto, el nombre de Puerto Deseado se lo puso el navegante inglés Cavendish en honor a su nave “The Desire”, cuando arribó a este lugar por primera vez.
