2 – 6 de marzo
El Chaltén está situado en el sector norte del Parque Nacional de los Glaciares, muy cerca de la frontera chilena. Se fundó en 1985 para frenar las pretensiones territoriales chilenas sobre la zona (por aquí, la frontera todavía no está delimitada entre los dos países). Actualmente cuenta con apenas 800 habitantes, pero recibe miles de turistas cada año.
Estuvimos hablando con nuestro casero, Roberto, sobre la política de repoblación en la zona. El es norteño, y se vino a El Chaltén en el 2000 como profesor de escuela. El gobierno argentino le dio tierra suficiente para poder edificar su casa (y los cuatro apartamentos que alquila) y la promesa de poder jubilarse tras 25 años de ejercicio de la profesión en el pueblo. Ahora es un feliz jubilado de 47 años. Estos beneficios se han otorgado también a otros profesionales (por ejemplo, médicos). No nos dio una lista exhaustiva de las profesiones agraciadas, pero nos comentó que a él le permitió no tener que emigrar a otro país. El hombre es un optimista y cree firmemente que Argentina sólo tiene un problema, que es el económico, y que el resto es maravilloso. Daba gusto oírle hablar.
Sigamos con nuestro tema. Aunque el pueblo es muy reciente, su ubicación se venía usando desde hacía muchos años por alpinistas como base principal para atacar el Cerro Fitz-Roy. Es un lugar ideal por su proximidad a las montañas y su protección contra los fuertes vientos de la zona. Este lugar es conocido mundialmente entre escaladores y amantes del senderismo. Está claro que nosotros, antes de planear este viaje, no lo conocíamos.

Nuestra intención era hacer una salida larga al mirador del Fitz-Roy y un par de excursiones cortas. Pero no contábamos con la meteorología. Ya desde nuestro regreso a Ushuaia el 13 de febrero, el tiempo en la parte sur de los Andes ha sido muy inestable. En los cinco días que hemos permanecido en El Chaltén, no hemos conseguido ver ni el cerro Torre ni el Fitz-Roy. También ha llovido bastante, con lo que hemos reducido las caminatas. A ver, somos bastante vagos y lo de caminar por caminar tampoco nos motiva mucho. Si no hay zanahoria (una maravillosa vista, por ejemplo) no nos vamos a machacar durante 9 horas.

Lo del mal tiempo hay que matizarlo un poco. Cuando mirábamos al oeste, hacia los Andes, estaba muy cubierto, mientras que cuando mirábamos al este, hacia la planicie Patagónica, estaba despejado. Los Andes frenan las nubes y estas raras veces se adentran en la Patagonia. Pero el efecto era muy brusco en El Chaltén, al menos durante esos días que estuvimos allí.

Lo que si hemos visto son cóndores. Y bastantes. Hemos disfrutado mucho observándolos. Sólo nos ha faltado el pájaro carpintero gigante, ya que se encuentra en una zona a la que no hemos ido por la lluvia. Otra vez será.

Y para los que quieran seguir leyendo, os cuento una anécdota sobre nuestro casero. El día de nuestra marcha me envió un mensaje a las 7:15 informándome que se veía el Fitz-Roy y de que, como tenía el apartamento libre, nos podíamos quedar un día más gratis. Un encanto. Le sabía mal que hubiéramos tenido tan mal tiempo. Desafortunadamente, para cuando vimos el mensaje, el cerro ya estaba otra vez cubierto. Además, como ya teníamos otra reserva, tuvimos que rechazar su generosa oferta. De todas formas, para cuando abandonábamos El Chaltén, volvía a llover.