14 – 16 de enero
¡Carajo, no tenemos seguro! Como nos pare la policía se nos cae el pelo.
De hecho, esto ha sido un malentendido entre Daniel (el agente) y yo. Daniel había preparado la documentación y solo había que pagar. Pero no me ha dicho nada mientras hemos estado en la aduana. Lo que si me ha dicho es que quería volver pronto a Buenos Aires porque se coge 15 días de vacaciones.
Le mandamos mensajes por Whatsapp y le intentamos llamar, sin resultado. Entretanto ya hemos llegado a 9 de Julio, unos 250 km al sur de Zárate. Hacemos noche aquí y el sábado vamos a un corredor de seguros (Rubén) que tiene abierto. Los que entienden de seguros se podrán imaginar que fue imposible conseguir una póliza para nuestro vehículo. Y las compañías de seguros están cerradas los sábados, así que quedamos con Rubén en que nos contactaría el lunes.
Nosotros seguimos hasta Bahía Blanca, a 450 km de 9 de Julio, con la esperanza de que no nos paren en ningún control. Pasamos por varios de ellos, sin incidentes. Los controles se suelen encontrar a las entradas de poblaciones y en el cambio de provincia. Decidimos no tentar más a la suerte y esperar en Bahía Blanca hasta conseguir el seguro. La ciudad es bastante insulsa y feota, pero es un importante centro turístico de playa.

De camino a Bahía Blanca, durante una pausa para repostar, un atento conductor nos indica que hay algo que nos cuelga debajo del coche. Resulta ser la protección de plástico del carter, que el amable gasolinero termina de desmontar para que no se pierda por el camino. Esta protección es fundamental si se va por cualquier sitio que no esté asfaltado. Resumiendo, en Bahía Blanca hay un concesionario Mercedes-Benz, que está cerrado los sábados, así que ya tenemos dos motivos para quedarnos el domingo en Bahía Blanca.
Antes de llegar a nuestro destino, pasamos por la villa fantasma de Epecuen. En los años 70 (creo) se inundó con agua salada por un fallo humano. Lo que ha quedado son los restos de la villa y su vegetación muerta (foto de cabecera).
El lunes voy al concesionario Mercedes antes de que abran. Aunque no tengo cita, son muy amables y me fijan el protector del carter. Estoy listo a las 11 de la mañana. Tened en cuenta que, en teoría, tenemos que dejar el apartamento donde nos hemos alojado a las 10 de la mañana.
El seguro lo conseguimos a las 16 horas en una sucursal que la compañía de seguros tiene en Bahía Blanca. Lo curioso fue que para pagar el seguro tuvimos que ir a un supermercado-cooperativa de la ciudad. Cosas argentinas.
Gracias a Rubén por su persistencia con la compañía de seguros.
También nuestro agradecimiento a Ariel y su mujer por permitirnos quedarnos más tiempo en el apartamento y usar la plaza del parking hasta que nos fuimos. Una pareja muy amable, que también nos proporcionó algunos mapas e información turística. Puede que los volvamos a ver.